Experimentar es algo intrínseco del ser humano, buscar siempre nuevas sensaciones, nunca dejar de aprender. Con ese fin he viajado por todo el mundo, en busca de nuevas
sensaciones, de nuevos retos. Cuanto más lejano, mejor.
Pero a veces no hace falta irse tan lejos, sino simplemente mirar más arriba.
A la espera de que la nieve se derrita y dé paso a la temporada kayakística en los ríos, no he podido esperar más y este pasado fin de semana me subí a la estación
de esquí de Piau Engaly a probar lo que tanto tiempo llevaba queriendo hacer. Daban mucha precipitación de noche y buen tiempo de día, por lo que las condiciones parecían ideales.
Me cargué el kayak en la furgo y nos plantamos allí para hacer el primer descenso en kayak de la estación.
Y la cosa no pudo ir mejor. Tras haber nevado durante toda la noche se acumuló una buena capa de nieve polvo, perfecta para poder cantear con el kayak y poder así girar
y controlar la velocidad. Pensé que el descenso sería mucho más caótico, pero la verdad es que se puede controlar mucho más de lo que esperaba y resultó ser un auténtico disfrute, y bien adrenalínico. También hubo momentos de descontrol, sobretodo en los momentos en los que el kayak sobrepasaba los 70km/h, en los que se me pasaba por la cabeza incluso saltar del kayak, pero por suerte pude solventarlo con cierta signidad, jeje. Ahora toca ir depurando la técnica, aunque no sé qué me da que habrá que esperar al invierno que viene...
He de agradecer a la empresa HighLife (www.high-life.es) por haberme posibilitado hacer este descenso y a la estación de Piau Engaly (www.piau-engaly.com/es) por poner
los medios que lo hicieron posible. La verdad es que la cosa se simplifica cuando te suben en moto de nieve y te cierran una pista para que tengas la nieve polvo para estrenar, un lujo que ojalá podamos repetir.
Aquí os dejo un pequeño vídeo con imágenes de la jornada: