Hace como dos semanas partía en
avión desde El Calafate destino a Bariloche, desde donde cruzaría la frontera de
Argentina a Chile y me dirigiría a Entre Lagos, lugar de la primera de las
competiciones del WWGrandPrix2012.
El viaje no comenzó del todo bien
que digamos, ya que durante el vuelo un rayo impactó contra el ala izquierda
del avión, hubo un estruendo que parecía habernos alcanzado un misil
tierra-aire y el chispazo nos deslumbró a todos por un momento, y no lo voy a
negar, todos pensamos por un momento que de ahí no salíamos, porque no sabíamos
qué había pasado, pero no parecía nada bueno. Fueron momentos tensos. Pero al
rato nos dimos cuenta de que todo seguía bien y aunque no supiéramos qué había
sido eso, parecía que no afectaba al avión. Luego me pude enterar que es común
que los rayos impacten en los aviones, y obviamente, están preparados para
ello. Ingenuo de mí. Esto podía ser el preludio de la que se me venía encima.
Una vez llegué a Entre Lagos lo
primero que hice fue tumbarme a descansar. Había estado cinco días en cama por
fuerte gripe y aunque ya iba remitiendo llegué allí con fiebre y muy débil. El
siguiente día, mientras la gente remaba yo me quedé en casa descansando, porque
no podía ni moverme. El reposo y todas las drogas me hicieron bien, y al
siguiente día por fin pude meterme al agua.
Teníamos un día antes de la
competición del río Gol Gol, uno de los ríos más impresionantes de Chile, con
el que arrancaría el evento. Había oído muy buenas cosas de este tramo y estaba
muy excitado de poder remar allí. Las sensaciones fueron raras, remaba en un
río después de 2 meses de parón, estrenaba modelo de kayak, una Everest que
tuve que alquilar en Pucón, estaba cansado y el río iba crecidísimo. Aun así
disfrute como un niño, estaba contento de estar de vuelta en el agua y tenía
muchas ganas de que comenzara la competición.
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La cascada "Princesa", el último salto del tramo de competición del Gol Gol |
La carrera no me fue muy bien.
Era un tramo de casi cinco minutos de duración, muy físico, con un par de
saltos de en torno a los diez metros de altura y un par de pasos más
técnicamente muy exigentes. En la mejor de mis mangas una marmita como un coche
de grande me volcó en la recepción del primero de los saltos grandes, sacándome
de la línea y haciéndome perder en torno a 10-15 segundos que me alejarían de
los puestos de cabeza. El resto de la bajada fue muy buena. Al final clasifiqué
el 11, que para ser la primera carrera y viendo cómo me había ido, no estaba
tan mal.
La carrera la ganó Mike Dawson,
que tras nadar en su primera manga se salió en la segunda.
Fue una carrera épica, de lo que
no se había visto nunca en una competición del kayak extremo. Muestra de ello
es que hubo más de 5 personas que nadaron, un par de personas con costillas
rotas, un dedo roto por tres sitios, una ceja con puntos y mucha-mucha tensión.
Tras esta competición el evento
se desplazaba al norte, a la zona de Pucón, donde haríamos dos carreras más, y
donde habíamos oído que no había parado de llover durante varios días. La cosa
pintaba muy bien.
La segunda competición se llevó a
cabo en el río Puesco, un río muy diferente al Gol Gol. No tenía saltos
grandes, pero era un tramo muy técnico, con muchas rocas, donde no te podías
despistar ni un momento si no querías acabar empotrado en una de ellas y donde
no hacía falta remar mucho sino que había que clavar la línea, cosa nada fácil,
teniendo en cuenta además que habíamos bajado por allí sólo dos o tres veces
antes de nuestra manga.
Yo me quedé contento con mi
bajada, me empezaba a sentir algo mejor en el agua, notaba que físicamente aun
no estaba fino, pero volvía a recuperar sensaciones y feeling con el agua, y el
barco me empezaba a gustar. Al final terminé 8º y me colocaba 7º en la general.
Podía estar contento, pero sabía que podía hacer mucho más, que podía estar más
arriba, y eso me daba mucha motivación para las siguientes carreras.
Esta prueba la ganó Eric Deguil,
que se postulaba como candidato a la victoria final.
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El Top10 de la carrera del río Puesco |
Dos días después, sin tiempo para
descansar, ya estábamos compitiendo en el Stage 3, una carrera de sprint, de en
torno al minuto y medio de duración en el río Nevados, un río que me recordaba
a algunos ríos del Pirineo, con poca agua, buenas rampas con poco fondo y poco
sitio para remar. Me sentía cómodo en un sitio así, pero el tramo se las traía,
con un slide de unos 20 metros de largo seguido de un salto de unos 8 metros
muy difícil de boofear.
Tras una manga de calentamiento
me dirigí a hacer mi manga. Me sentía ya recuperado físicamente y ya me había
hecho bien al barco. Era el momento de meter otra marcha más. Pero como pasa
muchas veces, si te revolucionas en exceso acabas estrellado, y eso me pasó a
mí. En mi primera manga, al final del slide largo, toqué un kicker (un saliente
de roca), que me giró, me hizo salir por los aires y para evitar reventarme la
cara contra una roca puse el brazo izquierdo y se me salió el hombro. Sí, el
hombro, otra vez.
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El slide del accidente... |
Llegué a la orilla como pude tras
remar el siguiente paso con el hombro fuera, con ayuda de los compañeros que
estaban haciendo la seguridad salí del agua y allí, en un momento, y gracias a
que por fin hemos aprendido a meter hombros, lo volvimos a meter en su sitio.
Game over. Aquí se terminaba el
Grand Prix para mí, de la peor de las maneras. Me iba sin terminar la faena y
con un hombro roto de regalo.
En esos momentos te pasan muchas
cosas por la cabeza, y ninguna de ellas buena. Necesitaba hacerme una
resonancia y que me viera un médico para saber cómo afrontar el futuro, pero no
tenía tiempo en Pucón, el evento se mudaba de nuevo, esta vez para el Sur, a la
Patagonia chilena, a una de las mecas de nuestro deporte, el río Futaleufú.
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En uno de los ferrys de camino a Futaleufú, ya con el hombro en cabestrillo... |
Yo me fui con ellos porque sabía
que allí estaría más cerca de Bariloche, desde donde volaba de vuelta a El
Calafate, y porque allí sabía que había buenos hospitales y buenos médicos. Se
hizo muy duro estar durmiendo al lado de uno de los río de mis sueños, del que
tantos reportajes había visto, en el que tantas veces había fantaseado con
remar, y ver que tus amigos se van a remar allí y tú te quedas fuera, mirando,
eso duele.
Esperé hasta el miércoles, cuando
salía un Bus desde Futaleufú (porque no hay buses todos los días) que me
llevaría a Bariloche, y abandoné a mis compañeros en medio de la competición.
Aquí, en Bariloche, ya me he
hecho una resonancia y me ha mirado un médico especialista. La conclusión es la
siguiente: Parece que el cartílago que une los ligamentos al hueso se ha
separado del hueso, dejando los ligamentos estirados. Parece ser que podré
seguir trabajando con normalidad durante los siguientes meses, porque remar en
un lago no exige mucho al hombro, pero a la vuelta a casa, si quiero seguir
remando fuerte tendré que operarme. Será duro pasar por el quirófano de nuevo
por el maldito hombro, pero no queda otra.
Ahora ya estoy en el aeropuerto,
esperando mi vuelo, que al parecer lleva más de una hora de retraso. Vuelvo al
trabajo y a la rutina.
La experiencia del Grand Prix no
ha salido como esperaba, pero espero poder recuperarme bien, y en unos años
estar de vuelta para quitarme el mal sabor de boca con el que me voy esta vez.
Gracias de verdad a todos por
vuestro apoyo y espero poder volver a veros pronto por el río.
¡Hasta pronto!