Este fin de semana, en cambio, el sol nos honró con su presencia, y nos calentó un poco el ánimo, por lo que decidimos salir de la madriguera para remar un poco.
Llevábamos toda la semana escuchando que en Cantabria andaban con riadas, que había nevado mucho y que esas nevadas se habían transformado en corriente en los ríos. Para cerciorarnos de que en el telediario no nos mentían y que en efecto, bajaba agua por allí, llamamos a Javi de Canoasón para contrastar la información. Al parecer, el agua había bajado bastante, pero seguía habiendo suficiente para darle a las rampas.
El sábado, por tanto, nos juntamos Otamendi, Aitor, Paulo y yo, cargamos todos los bultos en el coche y nos marchamos dirección oeste. Tras tanto tiempo sin remar en plástico se palpaban las ganas en el ambiente. Las dos horas de viaje se hicieron eternas y al llegar a Ampuero llegó el disgusto, no había agua. Nuestro gozo en un pozo. Debemos de estar gafados o algo, porque últimamente para cuando llegamos nosotros el agua se ha ido, lo tenemos acojonado.
Total, que la sección de las rampas estaba impracticable, por lo que, muy a nuestro pesar, tuvimos que conformarnos con remar el tramo 3. Es un tramo que yo no conocía, pero es bastante fácil, y con este agua aún más. Había tres saltillos que le daban un poco de diversión al descenso, pero todo lo demás eran remansos interminables en los que teníamos que ir haciendo slalom entre rocas. Mala suerte, otra vez será.
Tras mojarnos un poco, vuelta para casa y a disfrazarnos para carnavales.
Espero que nuestra suerte cambie pronto y que empiece a llover en serio, porque esto no puede seguir así. Mientras tanto, paciencia...
¡Gracias a Javi por hacernos de guía y a Aitor po la fotos!