jueves, 3 de mayo de 2012

Castro Laboreiro (Portugal) 2012

Ya tocaba. Llevábamos meses esperando para poder ir a remar a Portugal y finalmente el pasado puente pudo ser el momento. Por fin llegaron las lluvias que tanto ansiábamos y tras comprobar que los caudales eran los adecuados, sin pensárnoslo mucho, decidimos partir para allí.

Nos juntamos un grupo de cinco personas. Tres catalanes: Marc Parra, Albert Aixás y Carla Solé, y dos vascos: Paulo Garikano y yo. Un buen grupo para afrontar unos días de buen kayak.

Llegamos en torno a las 4.30 de la mañana, tras un largo viaje de unas 8 horas desde Donosti hasta Castro Laboreiro. Tiramos la tienda en la cuneta de la carretera y hacia las 13.00 estábamos entrando al río para remar el primero de los tramos.

El sitio es increíble, parece que retrocedas 100 años en el tiempo. Es un territorio muy salvaje, con unas pequeñas aldeas comunicadas por una red carreteras laberíntica, muy estrechas y empinadas. Está a tan solo 700km de casa, pero parece que esté en otro continente. Espectacular.

Yo en el primero de los pasos

Marc Parra en el final del primer paso

Albert Aixás en una de las rampas

Carla Solé en la rampa más grande del primer tramo

Parra ready to go!

Aixás era el único que había remado el río antes, por lo que lo asignamos como guía de grupo. El río comienza con un tramo de agua parada perfecto para calentar durante unos 15 minutos, después, apareciendo como de la nada llega el primer rápido, que ya da una idea de lo que va a ser el río. A continuación los rápidos se suceden rápidamente. Es un río precioso, de puro clase cinco, que nos hace estar con una sonrisa dibujada en la boca durante todo el descenso.

Mikel killin it

Paulo Garikano dándole duro!

Además un cálido sol nos acompañaba durante todo el descenso, hasta que llegó el infranqueable. Como si fuera sacado de una película, cuando llegaba el peor momento del río, el infranqueable, el porteo, comenzó a taparse el cielo y en cosa de pocos minutos estaba granizando y se oía rugir el cielo como si lo hubiéramos enfadado. Fueron momentos duros, ya que el granito del río se convierte en una pista de patinaje cuando está mojado y había que andar con mucho cuidado para no resbalar y caer al río. Además tuvimos que montar un pequeño rápel para bajar por uno de los saltos y con la que caía no era fácil.

 Aixás entrando a un estrechamiento del río

Al final lo salvamos bien, y tras el porteo pudimos remar algo más, un tramo bastante más tranquilo para poner final a un gran día de kayak.


Salimos casi de noche, por lo que no quedó tiempo para más. Preparamos la cena, una pequeña hoguera para calentarnos y en poco tiempo estábamos durmiendo, el siguiente día prometía y había que estar descansados.

Yo en la entrada del paso estrecho

El domingo remamos el segundo tramo del Castro Laboreiro, conocido como el Tramo de los Saltos. Se entra en el puente donde termina el primer tramo y es algo más cañero.

Tiene un comienzo con varios kilómetros de clase IV, con muchas rocas por el que es una gozada navegar. Nos pusimos en fila india y remamos casi sin parar hasta los saltos. Se notaba que teníamos ganas de remar los saltos.

Yo en el segundo salto


Parra con buen estilo!

Son tres saltos seguidos de entre 10 y 12 metros. El primero tiene una recepción bastante sucia; el segundo, en cambio, es una maravilla, con una entrada muy limpia y una recepción en una poza; pero el tercero tiene su complicación, ya que tiene un rulo en la entrada con unas marmitas detrás que te impiden coger la buena línea, y abajo el agua te empuja hacia la pared de la derecha y además tiene una pequeña cueva detrás a la que te empuja muy rápido si no andas muy atento.


Paulo mira cómo se ha de saltar! jeje

Yo en la entrada del último salto

La cantidad de agua era mayor que en los vídeos y fotos que habíamos visto antes, por lo que sobretodo el último salto se complicaba bastante. Aun así remamos todo bastante bien, exceptuando el último salto. Remé yo primero y conseguí salvar la papeleta, pero después vino Paulo y en la recepción se quedó detrás de la cueva. Es una situación incómoda ya que te obliga a nadar y bucear por debajo del salto, pero anduvo muy vivo y consiguió salir con mucha facilidad.


Yo en el último salto

Después viene un infranqueable y un porteo que puede con la paciencia de cualquiera. No encontramos el buen camino para salir del río y nos costó casi hora y media sortear todo el porteo. Se hizo bastante pesado. Luego remamos durante un rato más, y esta vez también salimos del agua casi de noche, pero el día había merecido la pena.


 Toda la banda

 El siguiente día quisimos ir a remar al Mouro, otro río que nos habían recomendado, pero como ninguno lo conocíamos y tampoco teníamos un buen mapa del entorno, no conseguimos encontrarlo. Al final, tras varias horas de búsqueda desistimos y acabamos dándonos un capricho, ¡Nos fuimos a comer de plato!


Esa misma tarde los catalanes volvieron para casa y Paulo y yo nos fuimos a Galicia, porque habíamos quedado con Pablo Vicente para remar algo por allí el martes.

El plan resultó bastante desastroso, ya que los ríos estaban en niveles muy bajos, y terminamos remando el río Verdugo, que era bastante tranquilo y llevaba poca agua, pero aun así pasamos un buen día en buena compañía, y además me comí mi ración de pulpiño, que no puede faltar en cada viaje por esas tierras.

Pues poco más. Parece que los caudales están subiendo también por el Pirineo, por lo que seguramente este fin de semana nos escapemos hacia allí. ¡A ver qué sale!

¡Hasta pronto!

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