domingo, 16 de diciembre de 2012

White Water Grand Prix 2012 en Chile

Hace como dos semanas partía en avión desde El Calafate destino a Bariloche, desde donde cruzaría la frontera de Argentina a Chile y me dirigiría a Entre Lagos, lugar de la primera de las competiciones del WWGrandPrix2012.

El viaje no comenzó del todo bien que digamos, ya que durante el vuelo un rayo impactó contra el ala izquierda del avión, hubo un estruendo que parecía habernos alcanzado un misil tierra-aire y el chispazo nos deslumbró a todos por un momento, y no lo voy a negar, todos pensamos por un momento que de ahí no salíamos, porque no sabíamos qué había pasado, pero no parecía nada bueno. Fueron momentos tensos. Pero al rato nos dimos cuenta de que todo seguía bien y aunque no supiéramos qué había sido eso, parecía que no afectaba al avión. Luego me pude enterar que es común que los rayos impacten en los aviones, y obviamente, están preparados para ello. Ingenuo de mí. Esto podía ser el preludio de la que se me venía encima.

Una vez llegué a Entre Lagos lo primero que hice fue tumbarme a descansar. Había estado cinco días en cama por fuerte gripe y aunque ya iba remitiendo llegué allí con fiebre y muy débil. El siguiente día, mientras la gente remaba yo me quedé en casa descansando, porque no podía ni moverme. El reposo y todas las drogas me hicieron bien, y al siguiente día por fin pude meterme al agua.

Teníamos un día antes de la competición del río Gol Gol, uno de los ríos más impresionantes de Chile, con el que arrancaría el evento. Había oído muy buenas cosas de este tramo y estaba muy excitado de poder remar allí. Las sensaciones fueron raras, remaba en un río después de 2 meses de parón, estrenaba modelo de kayak, una Everest que tuve que alquilar en Pucón, estaba cansado y el río iba crecidísimo. Aun así disfrute como un niño, estaba contento de estar de vuelta en el agua y tenía muchas ganas de que comenzara la competición.

La cascada "Princesa", el último salto del tramo de competición del Gol Gol
La carrera no me fue muy bien. Era un tramo de casi cinco minutos de duración, muy físico, con un par de saltos de en torno a los diez metros de altura y un par de pasos más técnicamente muy exigentes. En la mejor de mis mangas una marmita como un coche de grande me volcó en la recepción del primero de los saltos grandes, sacándome de la línea y haciéndome perder en torno a 10-15 segundos que me alejarían de los puestos de cabeza. El resto de la bajada fue muy buena. Al final clasifiqué el 11, que para ser la primera carrera y viendo cómo me había ido, no estaba tan mal.

La carrera la ganó Mike Dawson, que tras nadar en su primera manga se salió en la segunda.

Fue una carrera épica, de lo que no se había visto nunca en una competición del kayak extremo. Muestra de ello es que hubo más de 5 personas que nadaron, un par de personas con costillas rotas, un dedo roto por tres sitios, una ceja con puntos y mucha-mucha tensión.

Tras esta competición el evento se desplazaba al norte, a la zona de Pucón, donde haríamos dos carreras más, y donde habíamos oído que no había parado de llover durante varios días. La cosa pintaba muy bien.

La segunda competición se llevó a cabo en el río Puesco, un río muy diferente al Gol Gol. No tenía saltos grandes, pero era un tramo muy técnico, con muchas rocas, donde no te podías despistar ni un momento si no querías acabar empotrado en una de ellas y donde no hacía falta remar mucho sino que había que clavar la línea, cosa nada fácil, teniendo en cuenta además que habíamos bajado por allí sólo dos o tres veces antes de nuestra manga.

Yo me quedé contento con mi bajada, me empezaba a sentir algo mejor en el agua, notaba que físicamente aun no estaba fino, pero volvía a recuperar sensaciones y feeling con el agua, y el barco me empezaba a gustar. Al final terminé 8º y me colocaba 7º en la general. Podía estar contento, pero sabía que podía hacer mucho más, que podía estar más arriba, y eso me daba mucha motivación para las siguientes carreras.

Esta prueba la ganó Eric Deguil, que se postulaba como candidato a la victoria final.

El Top10 de la carrera del río Puesco
Dos días después, sin tiempo para descansar, ya estábamos compitiendo en el Stage 3, una carrera de sprint, de en torno al minuto y medio de duración en el río Nevados, un río que me recordaba a algunos ríos del Pirineo, con poca agua, buenas rampas con poco fondo y poco sitio para remar. Me sentía cómodo en un sitio así, pero el tramo se las traía, con un slide de unos 20 metros de largo seguido de un salto de unos 8 metros muy difícil de boofear.

Tras una manga de calentamiento me dirigí a hacer mi manga. Me sentía ya recuperado físicamente y ya me había hecho bien al barco. Era el momento de meter otra marcha más. Pero como pasa muchas veces, si te revolucionas en exceso acabas estrellado, y eso me pasó a mí. En mi primera manga, al final del slide largo, toqué un kicker (un saliente de roca), que me giró, me hizo salir por los aires y para evitar reventarme la cara contra una roca puse el brazo izquierdo y se me salió el hombro. Sí, el hombro, otra vez.

El slide del accidente...
Llegué a la orilla como pude tras remar el siguiente paso con el hombro fuera, con ayuda de los compañeros que estaban haciendo la seguridad salí del agua y allí, en un momento, y gracias a que por fin hemos aprendido a meter hombros, lo volvimos a meter en su sitio.


Game over. Aquí se terminaba el Grand Prix para mí, de la peor de las maneras. Me iba sin terminar la faena y con un hombro roto de regalo.

En esos momentos te pasan muchas cosas por la cabeza, y ninguna de ellas buena. Necesitaba hacerme una resonancia y que me viera un médico para saber cómo afrontar el futuro, pero no tenía tiempo en Pucón, el evento se mudaba de nuevo, esta vez para el Sur, a la Patagonia chilena, a una de las mecas de nuestro deporte, el río Futaleufú.
En uno de los ferrys de camino a Futaleufú, ya con el hombro en cabestrillo...

Yo me fui con ellos porque sabía que allí estaría más cerca de Bariloche, desde donde volaba de vuelta a El Calafate, y porque allí sabía que había buenos hospitales y buenos médicos. Se hizo muy duro estar durmiendo al lado de uno de los río de mis sueños, del que tantos reportajes había visto, en el que tantas veces había fantaseado con remar, y ver que tus amigos se van a remar allí y tú te quedas fuera, mirando, eso duele.

Esperé hasta el miércoles, cuando salía un Bus desde Futaleufú (porque no hay buses todos los días) que me llevaría a Bariloche, y abandoné a mis compañeros en medio de la competición.

Aquí, en Bariloche, ya me he hecho una resonancia y me ha mirado un médico especialista. La conclusión es la siguiente: Parece que el cartílago que une los ligamentos al hueso se ha separado del hueso, dejando los ligamentos estirados. Parece ser que podré seguir trabajando con normalidad durante los siguientes meses, porque remar en un lago no exige mucho al hombro, pero a la vuelta a casa, si quiero seguir remando fuerte tendré que operarme. Será duro pasar por el quirófano de nuevo por el maldito hombro, pero no queda otra.

Ahora ya estoy en el aeropuerto, esperando mi vuelo, que al parecer lleva más de una hora de retraso. Vuelvo al trabajo y a la rutina.

La experiencia del Grand Prix no ha salido como esperaba, pero espero poder recuperarme bien, y en unos años estar de vuelta para quitarme el mal sabor de boca con el que me voy esta vez.

Gracias de verdad a todos por vuestro apoyo y espero poder volver a veros pronto por el río.

¡Hasta pronto!

2 comentarios:

Marron dijo...

Eutsi goiari.
Egurraaa!

Rocio dijo...

Me encanta disfrutar de diversas disciplinas acuaticas y por eso siempre que viajo trato de hacer distintos deportes en los ríos. Este verano he conseguido Vuelos a Calafate para disfrutar también de bellos paisajes